viernes, 20 de noviembre de 2009

BOLÍVAR NOVELESCO


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Bolívar es demasiado novelesco como para ser personaje de novela. Intelecto brillante, hombre de acción sin rival, estadista sin parangón, visionario profético, amante excepcional, separado de sus afectos por el destino, el torbellino de la guerra o la pacatería social, cualquier lector lo desecharía como inverosímil de no ser por la mole de hechos y documentos que respaldan su veracidad histórica. Las repercusiones de la breve existencia del Libertador desbordan sin embargo lo político. Simón José Antonio de la Santísima Trinidad fue el mito romántico por excelencia. En Europa, los dandys progresistas adoptaron un sombrero al cual llamaron “Bolívar”, mientras los petimetres monárquicos ostentaron otro apodado “Morillo”. Una pieza teatral ridiculizó el pugilato de elegancias. En Los miserables, Víctor Hugo incluye un sombrero “Bolívar” en la indumentaria del mujeriego padre de Coseta. Lord Byron idolatró al Libertador, le puso su nombre a su velero, intentó imitar al prócer trabajando por la independencia de Grecia, sin lograr otra cosa que una prematura muerte de hidropesía y unos últimos versos desgarradores, escritos el 22 de enero de 1924: “Busca, menos buscada que hallada/ una tumba de soldado: la mejor para ti”. También se llamó “Bolívar” la nave de Giuseppe Garibaldi. Él, y Herman Melville, visitaron a Manuelita Sáenz en Paita para recoger de viva voz recuerdos del héroe.
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El resplandor del mito no facilita ciertamente el tratamiento ficcional. Es curiosa la escasez de obras narrativas dedicadas a Bolívar. Darius Milhaud le dedicó una ópera, El alcalde de San Mateo. Arturo Uslar Pietri lo hace pasar, como una exhalación, en la última página de Las lanzas coloradas. Francisco Herrera Luque acompaña sus desventuras en El vuelo del alcatraz, novela póstuma que el autor dejó inconclusa y que quizá hubiera modificado sustancialmente de haber tenido tiempo. Fernando Cruz Kronfly novela sus últimos días en La ceniza del Libertador. Gabriel García Márquez lo despide sin darle otro nombre que el de el General, que permite ver a su atormentado personaje como el prócer histórico, pero también como cualquier revolucionario, en cualquier país, en cualquier época, en cualquier laberinto. Estos ejemplos marcan pauta. La única forma de tratar a un cosmos humano es como de refilón, haciéndolo pasar de manera fugaz, acompañándolo cuando marchaba hacia su gloria o se despedía de ella. El sol ciega menos al amanecer o en el crepúsculo.
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Otro tratamiento posible del prócer es el sentimental. Su carrera amorosa es tan deslumbrante como la política, no por sus victorias, sino porque fue infinidad de veces vencido por la inapelable fuerza del sentimiento. La muerte de su esposa le impidió seguir siendo lo que él llamó “un rico, lo superfluo de la sociedad”, lo lanzó al foso de la depresión y del hastío, del cual resurgió convertido en fiera. Este perdido amor le inspiró la determinación de no volver a casarse. Bajo su recuerdo vivió aventuras galantes y amoríos que la guerra destruyó. Discretísimo como todo caballero, jamás se vanaglorió de sus pasiones, que sólo confió a algunos allegados. Así, el 10 de marzo de 1827, durante su última visita a Caracas, mientras el cónsul británico sir Robert Ker Porter le esboza un retrato, el Libertador cuenta que acompañado sólo de un oficial y un asistente, cabalgando para unirse con una partida de revolucionarios, se detuvo en un hato para que las monturas descansaran. La seductora hija del dueño le propuso que pasara la noche, con la promesa de visitarlo en su habitación a las diez. Varias horas se debatió el prócer entre el placer y el deber: al verificar en su reloj que eran las ocho, saltó de la cama y ordenó ensillar. Así se salvó de caer prisionero de una partida de veinte dragones realistas que la malvada coqueta había ido a buscar. Boussingault, cuyas aseveraciones han de ser tomadas con cautela, corrobora que “Bolívar era expansivo, bondadoso con sus inferiores, generoso hasta el exceso, vestía con sencillez, era sobrio, pero amaba a las mujeres y sabía agradarles, como sucede a todos los poderosos”. Sin reservas se entregó a estos amores: el de Teresa fijó el rumbo de su vida, el de Manuela la salvó.
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Un Bolívar novelesco quizá debería ser lo menos Bolívar posible, desinvestido por la edad temprana o la avanzada de los arreos de héroe, al cual la democracia del sentimiento haga compartir las cotidianas desventuras del enamorado. Aleykar Álvarez sigue este camino inevitable en su novela Simón y Soledad. Bolívar sintió frustradas pasiones tempranas. La historiografía recoge un desengaño con una de sus parientas Aristeguieta. Como las de todo personaje ficcional o real, sus pasiones pasaron por las pruebas de la muerte o la distancia. El único matrimonio indisoluble es el de Eros y Tánatos. Para su época los enamorados sólo podían verse bajo la tutela de chaperonas, y la correspondencia era acaso más libre que las miradas que permitían las supervisadas visitas de novios. Simón y Soledad es por ello en esencia una novela epistolar, ese género que el teléfono casi hizo desaparecer y que revive hoy gracias a Internet. Es una novela juvenil, porque el enamoramiento es la única eterna juventud accesible en un mundo que marcha hacia el decaimiento. Es una narrativa del encuentro y del desencuentro, vale decir del amor. En esta trama dos personas deben encontrarse porque son quizá la misma persona en las ideas y en el sentimiento. No por casualidad se llama una de ellas Soledad. Amor es soledad perfecta, porque sólo al fundirse dos seres en uno comprenden la absoluta indiferencia hacia toda otra presencia humana; porque sólo al separarse entienden el concepto de la soledad. El aislamiento es la condición y la carga del héroe. Sólo sabiendo que nadie está a su lado puede entregarse a todos. Demos paso a esta Soledad y a este Simón, quizá héroes, quizá sólo seres humanos. Sólo el amor iguala.
(foto/texto: Luis Britto)
PD: Me voy para la Universidad de Salamanca, donde en la Cátedra Ramos Sucre se impartirá un seminario sobre mi obra.
Versión en francés:
http://luisbrittogarcia-fr.blogspot.com

domingo, 15 de noviembre de 2009

COLOMBIA INVADIDA


Cuando los insurgentes pusieron en fuga a los ocupantes extranjeros el 7 de agosto de 1819 en Boyacá, marcan la fecha cimera de Colombia. El 3 de noviembre de 1903, cuando tropas de Estados Unidos invaden Panamá, y el 30 de octubre de 2009, cuando Uribe firma el convenio en virtud del cual Estados Unidos invade el resto de Colombia, señalan sus peores abismos. Sondeemos su profundidad.

INVASOR NARCOTRAFICANTE LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO

Ridículo resulta que el numeral 1 del artículo III del mencionado convenio sostenga que la instalación de bases se hace “de conformidad con los acuerdos bilaterales y multilaterales pertinentes de los cuales Colombia y los Estados Unidos sean parte, en particular aquellos atinentes a la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo y con sujeción al ordenamiento jurídico de cada una de las Partes”. Para ello tropas de Estados Unidos ocupan Colombia, pero ni un solo soldado colombiano ocupa Estados Unidos, la mayor potencia terrorista, traficante y consumidora de drogas del planeta.

INVASOR ACABA CON IGUALDAD SOBERANA, INTEGRIDAD TERRITORIAL Y NO INTERVENCIÓN

Insolente es que el numeral 4 del artículo III del convenio disponga que éste se cumplirá “de manera que concuerde con los principios de la igualdad soberana, la integridad territorial y la no intervención en asuntos internos de otros Estados”. Todos estos principios se violan cuando un Estado ocupa otro, declara sus tropas inmunes a las leyes del país invadido, crea en él redes comunicacionales autónomas, sujeta a control militar el territorio de éste y ejecuta todo tipo de operaciones bélicas en él y contra Estados limítrofes.

INVASORES DOTADOS DE INMUNIDAD DIPLOMÁTICA

El numeral 1 de Artículo VIII pauta que “Colombia otorgará al personal de los Estados Unidos y a las personas a cargo los privilegios, exenciones e inmunidades otorgadas al personal administrativo y técnico de una misión diplomática, bajo la Convención de Viena”. Pero la Convención de Viena se refiere específicamente al personal administrativo y técnico de una misión diplomática, y es violación de ella pretender conferir dichos privilegios, exenciones e inmunidades a personal que no ejerce funciones diplomáticas sino militares, y que, según el artículo XV del convenio, usa uniformes castrenses y porta armas.

INVASORES SOSPECHOSOS DE ACTIVIDAD CRIMINAL

Por si cupiera alguna duda, según el numeral 3 de dicho artículo VIII , “Colombia garantizará que sus autoridades verificarán, en el menor tiempo posible, el estatus de inmunidad del personal de los Estados Unidos y sus personas a cargo, que sean sospechosos de una actividad criminal en Colombia y los entregarán a las autoridades diplomáticas o militares apropiadas de los Estados Unidos en el menor tiempo posible”. Dicha norma confiesa que se busca garantizar la impunidad para militares estadounidenses “sospechosos de una actividad criminal en Colombia”. Tal privilegio viola la igualdad ante la Ley consagrada en el artículo 13 de la Constitución de ésta, así como la soberanía de jurisdicción de sus tribunales al impedirles decidir sobre una “actividad criminal en Colombia” y promueve la comisión de hechos delictivos por los invasores. Pero no se confiere igual impunidad para militares colombianos que cometan delitos en Estados Unidos.

INVASOR EMPLEA COMO GESTORES A LOS INVADIDOS

Según el artículo XIII, Colombia asume el costo de los servicios públicos que requieran los invasores, y según el XIV “Los Estados Unidos, el personal de los Estados Unidos, los contratistas de los Estados Unidos y los empleados de los contratistas de los Estados Unidos que estén llevando a cabo actividades en el marco del presente Acuerdo, recibirán de las autoridades colombianas toda la colaboración necesaria con respecto a la tramitación sin demora de todos los procedimientos administrativos”. Tenemos así al Estado de la Hermana República convertido en gestor de los trámites de las fuerzas de ocupación. Además, en el artículo XX entrega a EEUU el derecho de crear un nuevo sistema comunicacional de radio y televisión “sin trámite o concesión de licencias y sin costo alguno”.

INVASOR SE APODERA DEL APARATO COMUNICACIONAL

Según el artículo XX, Estados Unidos puede crear su propio sistema de comunicaciones en Colombia “sin trámite o concesión de licencias y sin costo alguno”. Asimismo, “podrán establecer estaciones receptoras por satélite para la difusión de radio y televisión, sin trámite o concesión de licencias y sin costo alguno para los Estados Unidos”. Así, Colombia cede su derecho sobre el espectro radioeléctrico y las telecomunicaciones en su territorio, y autoriza a los invasores a crear un sistema comunicacional paralelo.

INVASOR NO PAGA IMPUESTOS

Según el numeral 1 de artículo X, “Colombia exonerará a los Estados Unidos y a los contratistas de los Estados Unidos, salvo los ciudadanos colombianos y los extranjeros con residencia permanente en Colombia, de todas las tarifas, aranceles, impuestos y demás tributos que de otra forma se gravarían en Colombia, por la importación, adquisición y utilización de bienes en Colombia y sobre los fondos que se utilicen en Colombia para las actividades que se efectúen de conformidad con el presente Acuerdo”. Esta cláusula aniquila la soberanía tributaria colombiana, que consiste en el derecho inalienable de establecer y cobrar impuestos por actividades económicas realizadas en su propio territorio. Avergüenza señalar que, con anuencia del Tribunal Supremo, el infame Tratado contra la Doble Tributación entre Estados Unidos y Venezuela dispone una similar abdicación de la potestad de Venezuela de cobrar tributos a las empresas y ciudadanos estadounidenses que desempeñen actividades económicas en nuestro país ¿Somos acaso un país ocupado? ¿O Estados Unidos nos impone su voluntad sin necesidad de ocuparnos?

INVASOR NO ESTÁ SOMETIDO A TRIBUNALES

Según el Artículo XXIV, si hay desacuerdos sobre aplicación del convenio “Las controversias no se remitirán a ninguna corte o tribunal nacional o internacional u organismo similar ni a terceros para su resolución, salvo acuerdo mutuo entre las Partes”. Mediante este artículo, Colombia abdica el soberano derecho de resolver con sus propios tribunales las controversias sobre sus contratos de interés público. Recordemos que una sentencia del Tribunal Supremo de Venezuela anula la soberanía jurisdiccional de nuestro país al sostener que las controversias sobre nuestros contratos de interés público pueden ser decididas por tribunales u órganos arbitrales extranjeros, como sucede con el de la EXXON ¿Somos acaso un país ocupado?


¿O algunas autoridades nos consideran un país ocupado?Decidámoslo.


PD: Me dicen que mi libro Socialismo del Tercer Milenio no se encuentra en las librerías, posiblemente porque está agotado. Se lo puede bajar gratuitamente de http://www.monteavila.gob.ve/


PDD: EL HIT PARADE DE LOS MATAVOTOS: Este blog no se pudo publicar a tiempo porque CANTV, que cobra tarifa completa por el servicio de ABA, lo presta cuando se le ocurre y lo interrumpe cuando le da la gana. Es de pensar lo que sería ese capricho en caso de una eventual invasión a Venezuela.