sábado, 19 de enero de 2013

¿ES USTED NARCISISTA?



Narciso ve su imagen en el agua, la encuentra tan hermosa que se enamora de sí mismo,  y queda ahogado en su reflejo.

No se ahogaban en el charco de su vanidad nuestros antepasados de la sociedad tribal o de castas, que se conocían todos y  para quienes el mayor ornato se resumía en la mascada de chimó o la camisa de mochila que no estorbaba las faenas.

El Rey Petróleo  facilitó la movilidad social y la geográfica hacia las ciudades, donde nadie nos conoce y el status debe mostrarse o fingirse comprando signos externos.

Buchiplumas, llamaban nuestros abuelos aldeanos a los citadinos que no comían para gastar en apariencias, ya comprometidos en el infatigable autoengaño de pretender ser más de lo que son.

Consultemos las estadísticas latinoamericanas de consumo anual de cosméticos per cápita, que encabeza  Venezuela (US$ 390), por encima de Brasil (US$ 380) México (US$ 330) y Colombia (US$ 320) (Larepublica.pe. 23-7-2012).
De ello resulta una política cosmética, con talk shows que se convierten en partidos, animadores que pretenden ser diputados, manifiestos escritos por creativos, campañas políticas de marketing, programas redactados en agencias publicitarias y candidatos de fotoshop.
La incesante suplantación de la realidad por sus apariencias impone una exigente agenda que agota el año entero. No hay Liceo, Facultad o Universidad que no corone Reina ni equipo que no unja Madrina. En cada Estado hay Feria y en cada Feria Reina, de la Chinita, de San Sebastián, de San Cristóbal. Hay  Chica Sambil y  Chica MTV; eventos que culminan en el Miss Venezuela y el Míster Venezuela y el Míster Metrosexual y el Señora Venezuela y el Miss Mundo y el Miss Universo.

Contemplemos la irresistible ascensión de las redes sociales. No hay nulidad que no sienta que debe inundar la red con su foto, la de su mascota,  su equipo de sonido, su automóvil, su apartamento, todo lo su que no le importa a los demás, absortos en sus automóviles, sus equipos de sonido, sus mascotas, sus imágenes.

Miremos los televisores eternamente encendidos: las estrellas de las películas representan aspirantes a estrellas, los shows tienen por tema shows, los musicales son sobre bailarines que aspiran a estelarizar musicales, las comedias se centran en personajes que hacen comedia, las series son sobre escritores o productores de series. La industria del espectáculo, que antes elaboraba reflejos de la realidad, degenera en autorreferencial, vale decir, en creadora de imágenes de sí misma.

Demos un paseo peripatético por la Academia y entremos a una defensa de tesis. Oh, sorpresa, el instrumental de la presentación es una mesa con champaña, pasapalos y mesoneros esperando el momento del descorche, perdón, de la aprobación: los signos exteriores del éxito lo anuncian y por tanto se confunden con él. Las tesistas ya no visten como estudiantes, sino como chicas de protocolo, con  ajustadas minifaldas negras, tacones de aguja y carteras de marca. Para mayor abundamiento, habrá arreglos florales, bolígrafos, libretas de notas, globos,  marcalibros y pendones con el logo y el título de la tesis, como si se lanzara una marca de desodorante y no un trabajo de investigación. El aparataje mediático de power point, proyectores y gráficos titilantes y multicolores  casi oculta el tema de la tesis y el hecho de que no está demostrado. Muy difícil resulta para profesores más o menos borrachones raspar a una botella de champaña, de la que brotará una academia reducida a burbujas. Brindemos.

Asomémonos a los institutos que desbordan de estudiantes de comunicación social. Ninguno quiere ser reportero de investigación, redactor. Todos anhelan ser anclas, locutores, estrellas. Al plantarse ante la cámara, abruman al entrevistado con preguntas de cinco minutos y no lo dejan hablar, como si los entrevistados fueran ellos. Los más profundos deliran por acceder a ejecutivos de publicidad, vale decir, una vez más a promover el símbolo en lugar de la cosa real. Entendido lo cual, se comprenderá por qué  especialidades médicas indispensables como oncología o geriatría se van quedando desiertas a favor de la cirugía plástica.

Leamos las páginas financieras. El capitalismo, al cual  Marx en el Manifiesto Comunista elogió por su impresionante capacidad para producir mercancías, ahora confecciona signos. Dólar, euro y libra son papeles sin respaldo, que engendran un vendaval de títulos, acciones y cotizaciones cuyo valor real es cero. En los países desarrollados el sector primario minero, agrícola y pecuario y el secundario industrial devienen insignificantes ante el sobredimensionado sector de los servicios, que produce solo símbolos, apariencias, fantasmas. El capital financiero no es más que reflejo seductor de una nada que se refracta en burbujas tras burbujas que estallan silenciosamente. No nos ahoguemos con él.

TEXTO/FOTO: Luis Britto

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Libros de Luis Britto en Internet:
Rajatabla:www.monteavila.gob.ve

Dictadura Mediática en Venezuela: www.minci.gov.ve

viernes, 18 de enero de 2013

UN MAESTRO


Un paso más allá de la perfección, y después seguir avanzando. Cuando muchacho sólo se puede avanzar, cuando viejo se encuentra que no se ha avanzado nada. Dos veces surge su candidatura para la dirección de la Sinfónica y dos veces es rechazada. Como se exige mucho temen que exija a los demás demasiado. Los instrumentistas lo llaman muy duro y la suegra le dice neurasténico. Para escapar de los desafinamientos de la orquesta se hace solista,  para escapar de la soledad del solista se hace compositor. Allí perpetra una broma musical con trágicas entradas de violines y murmurantes fagotes al estilo del principiante de vanguardia, y todo el mundo se la toma en serio. Luego le toman en serio una glosa sinfónica con ritmos populares compuesta para incomodar a un consagrado maestro dedicado a los ritmos populares con glosas sinfónicas. Cuando compone como quiere nadie le escucha. Va desmontando los excesos que aquejan la sinfonía y el concierto. Finalmente lo incomodan los aderezos de la fuga o la forma sonata. Alguna vez lee la historia de Francisco de Asís que se despoja en la plaza pública de sus galas que lo atan al siglo y lo distancian de sí mismo. Por esa vía llega a la nota única y al silencio. Pero el Pobrecito amó a la mosca y llamó hermano al perro. Negar el misterio de la música o del mundo no es resolverlo. La esencia  existe en las criaturas y las formas musicales más sencillas.  La larva o el vals criollo  cantan el infinito o la miseria de la creación. Una de sus hijas lee nasalmente para la plana escolar los arrebatos de un fósil romántico difunto:
            ¿A qué más estaciones, alma mía?
            ¿De quién huyes, qué sino te persigue?
            Eres tú quien se oculta y quien se sigue.
            Tu tormento es tu misma compañía.
Se abalanza sobre los papeles pautados. Con ensañada sencillez ensaya la forma del vals criollo. Como polillas a la llama de la vela tantos maestros provincianos se acercaron a la llama de esta forma universal  sin lograr otro fulgor que el olvido. Nunca seremos más que la chispa que se extingue. Su composición es estrenada y hace furor. El flameo de los primeros compases promete una levedad que repentinamente hiere. La aldeana capital se ve enfrentada a un vals que se baila como en otro espacio, o que revela que las cosas siempre danzan aun estando quietas. Finalmente un bromista le cambia la letra:
            ¿A qué más chicharrones, negra mía?
            ¿No ves que hay choricetas en la esquina
            Y el cochino maldito me asesina
            Y me tiene a chorrito noche y día?
El furor se redobla. Las multitudes cantan a coro la nueva letra para librarse de  la música vieja. El compositor sale a la calle. Tropieza con un perro muerto. No sabe si llamarlo hermano. El hermano sonríe.
(Los Fugitivos)
TEXTO/FOTO: LUIS BRITTO.